Me hice amigo de los lugares.
Gabriele Basilico
Las ciudades nacen, crecen, se expanden, entran en decadencia, se engullen a ellas mismas, vuelven a nacer, y así, continúa un ciclo que a veces parece no terminar. Estambul es un ejemplo de ello: una ciudad milenaria -capital de tres imperios- y uno de los principales centros de poder mundial durante cientos de años. Hoy, pasear por los extrarradios de Estambul puede ser una experiencia desoladora. La ciudad se ha ido expandiendo a un ritmo vertiginoso, con unas consecuencias sociales y una pérdida de identidad muy marcadas. Poco queda de aquel viejo Estambul, aquel sueño orientalista que los occidentales imaginaron para su propio deleite. Fragmentpolis recoge algunos fragmentos de esa inmensa ciudad, fragmentos discontinuos y homogéneos de una nueva ciudad construida en un tiempo record, producto de recientes y masivas migraciones. Una nueva ciudad que se olvidó de ella misma, que construyó ciudad pero que no creó ciudad.